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Laura Curieses. Este es mi espacio de estudio desde los 17 años

Laura Curieses. Este es mi espacio de estudio desde los 17 años

La sección #gentesbiblioverdes vuelve hoy su mirada hacia dentro. Es el turno de conectar con ese sector ávido de poblar todas las sillas de las bibliotecas y salas de estudio de la ciudad, especialmente durante esta época de exámenes, enero y febrero. CDAMAZ ofrece 64 puestos de lectura repartidos entre una zona elevada aterrazada y la parte baja de la sala del Refectorio de Sto Domingo. Calculamos que cerca de un 50% de los accesos presenciales (en la última estadística más de 20.000 al año) están protagonizados por estudiantes universitarios y opositores, en el que se incluyen quienes buscan conexión wifi y acceso al servicio público de ordenadores. Esta es la parte más social de nuestra biblioteca, con la que es más difícil interactuar ya que lo ambiental no está entre sus prioridades por lo general. Día tras días, en algunos casos, año tras año, se sientan en ‘su sitio’, pasamos un montón de horas los unos delante de los otros y no siempre son conocedores de nuestra labor, ni nosotros de sus perfiles e inquietudes.

Vamos a ver si podemos romper con esta suerte de desconexión porque como decimos por aquí, entre otras muchas cosas, somos un servicio público comunitario, ofrecemos una sala de lectura y eso, también hay que mimarlo. Y sí, cuando se bucea y se pregunta a la gente, cuando les das esa voz que falta en tantos ratos de silencio compartido, es posible toparse con conexiones inesperadas, gratificantes, entre lo social y lo ambiental.

Laura estudiaba bachiller, los últimos años en que estuvo abierto como centro educativo el antiguo Instituto Luis Buñuel -hoy CS Luis Buñuel- cuando se abrió la biblioteca a finales de 2002. ¡Una biblioteca al lado del instituto! Parece que se lo ponían en bandeja, porque aunque vive en el barrio de La Almozara, no ha dejado de venir desde entonces. Prolongaba sus horas de clase estudiando aquí con su hermano mellizo, y viene utilizando la sala de estudio desde los 17 años.

Laura ha desplegado en la sala de lectura los apuntes y textos de dos carreras, primero de la Diplomatura de Empresariales y después del Grado de Administración y Dirección de Empresas.

Salvo tres años de paréntesis en que ha estado probando suerte por Edimburgo, Birminghan y Londres, es una de las usuarias asiduas. Ahora que ha vuelto a Zaragoza está inmersa en la preparación de una oposición para Técnico de Gestión del Gobierno de Aragón. Una apuesta fuerte, que comparte con cientos de personas repartidas por todas las bibliotecas de la ciudad. Los ánimos fluctúan, el esfuerzo es enorme, infructuoso muchas veces. Así es, pocas oportunidades de empleo y una Zaragoza con un volumen de funcionariado realmente elevado.

Le preguntamos a Laura por la percepción y el grado de satisfacción con respecto a la sala, su capacidad, el nivel de confort climático, luminosidad, cosas básicas que marcan el bienestar de horas prolongadas de estudio. Sale a relucir la dificultad de climatizar un edifico histórico, con techos y bóvedas de crucería de casi 10 metros de altura (le anunciamos que estamos pendientes del cambio inminente de una de las máquinas del sistema de calefacción). No siempre es fácil armonizar todos los usos que tiene este espacio: internet, estudio, trabajo, exposiciones y visitas guiadas, y ella -concentrada en su estudio- parece que también es testigo de toda esa corriente de actividad que fluye en la sala.

Ya sabe que no somos una biblioteca al uso, que los documentalistas que compartimos el mismo espacio diáfano con los puestos de lectura e internet, llevamos unas dinámicas de trabajo que nos obligan a hablar bajito atendiendo llamadas, un esfuerzo por combinar nuestro trabajo digital-documental y la recepción de público. En la conversación descubre por primera vez que en CDAMAZ llevamos un servicio de consultas, que damos soporte documental y bibliográfico a la formación, congresos y oposiciones, así como a la divulgación y la investigación ambiental; los productos documentales que ofrecemos: boletines…, préstamos a los coles. “No tenía ni idea”, comenta. Sí se acuerda de los cuentacuentos, los que hacíamos años atrás algún viernes. Volverán, volverán en breve, anunciamos.

Y más allá del uso de la sala de estudio ¿se fija en la oferta de libros, revistas, exposiciones?¿Conecta por algún lado con la divulgación ambiental y los contenidos que son propios de una biblioteca verde? Dice que no deja de echar un vistazo a las estanterías alguna vez, a modo de paseillo. Le gusta la nueva zona cómoda de sofá y sillones donde están expuestas las novedades de revistas y ¡sorpresa! se ha dejado enganchar por la revista Ballena Blanca. Sí, porque encuentra artículos con enfoque económico, novedoso, impactante y diferente. Hojea también la revista National Geographic todos los meses y luego hay revistas muy divulgativas como Integral que también mira porque le interesa el tema de la nutrición.

¿Sobre las exposiciones que vamos cambiando mes a mes? Comenta que se va fijando, que en realidad es casi como cambiar de biblioteca cuando cambia la expo, es como si se renovara el paisaje delante de tu ventana. Hay cosas muy chulas, fotografía de naturaleza sobretodo. Pero también alguna cosa que le hace pensar, como cuando ha descubierto recientemente qué son los disruptores endocrinos en la exposición Nuestro futuro robado: Efectos de las sustancias disruptoras endocrinas en nuestras vidas

Esa sensación de levantar la mirada y no tener a nadie delante como en otras bibliotecas es lo que le gusta de la ‘biblioteca del agua’. Por eso elige siempre los puestos colocados en altura. Porque se asoma, esa es, dice, su sensación de estudio aquí. Un espacio diáfano, que relaja la vista cuando la separas del papel, de la pantalla.

Nos despedimos en las bodegas del convento, donde hemos charlado, donde está la sala de reuniones que tampoco conocía y donde en breve habrá una exposición permanente del edificio histórico.


Laura vuelve a subir a su particular ‘puesto de observación’. Hacemos una foto para el blog. Extrañeza, suponemos, entre los compañeros de los laterales que se levantan educadamente para darle espacio a la instantánea. Y el propósito de seguir ‘molestando’ a nuestras gentes dándoles voz, porque tenemos la firme convicción de que así hay que poner en valor las bibliotecas públicas.

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