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Olga Conde. Memoria reciente de la educación ambiental

Hoy charlamos con Olga Conde, histórica de la Educación Ambiental en Aragón.

Recientemente jubilada como técnica del Ayuntamiento de Zaragoza, acompañarla en su balance profesional y personal, permite dibujar también, la historia del activismo ambiental de la ciudad y de la gestión medioambiental que se ha hecho desde la Administración para propiciar el cambio en la percepción y puesta en valor de nuestro entorno natural.

– ¿Qué hay en el sustrato de alguien que se ha dedicado toda la vida a la educación y al medio ambiente?

Olga. En mi caso una infancia marcada por un padre enamorado de la naturaleza que recorría los espacios naturales de nuestro entorno proclamando ‘el espectáculo gratuito’ que nos brindaba. Me crié en la Ciudad Jardín, una zona de Zaragoza de casas bajas, parcelas y calles sin asfaltar. Íbamos caminando hasta la Fuente de la Junquera y aquel era nuestro espacio natural de disfrute y relación.

<>En ese sustrato, también hay un componente social. Soy hija de emigrantes que partieron para Suiza. Con catorce años llegué allí, a un pueblecito cerca de Zermatt. Aquella educación en comparación con la que se hacía en España y en plena adolescencia, me marcaron profundamente. Recuerdo esos inviernos de nieve, las anémonas en medio del hielo y mis paseos solitarios por el bosque. La emoción, el sentirse ‘parte de’ hacen mucho en esos inicios, luego más tarde llega el aprendizaje.

Vuelvo a España con diecisiete años, me gano la vida dando clases de francés mientras sigo estudiando y hago el Bachiller Superior en el nocturno. Recuerdo recoger firmas para que se pusiera Facultad de Biológicas en Zaragoza, que entonces solo se podía estudiar en Madrid o en Barcelona. Así que la opción era una carrera de Ciencias, las que había aquí. Fue el contacto con un grupo de gente interesante, preocupada socialmente y que se decantaban por estudiar Físicas lo que me llevó a esa disciplina. Era el año 1973 y en la Universidad todo era efervescencia y se reivindicaba además de la democracia y las libertades otro papel de la ciencia al servicio de la sociedad.

La Física, que estudia la interrelación entre todas las cosas, tiene una conexión muy directa con mi trabajo en el ámbito ambiental: todos los principios de la vida están basados en la energía. Los principios de la termodinámica marcan los límites del planeta y son la base del medio ambiente.

– ¿Y cómo se presenta ese giro hacia la educación ambiental en tu trayectoria?

O.– Entré en contacto con un movimiento de renovación pedagógica, las EVA: Escuelas de Verano de Aragón. Jornadas donde acudía gente inquieta, encuentros y formación para el profesorado donde se proponía otro modelo de enseñanza. Allí conocí la lucha por el movimiento antinuclear, las energías alternativas, aunque todos los problemas sociales y la naturaleza tenían cabida en ese ámbito.La Educación Ambiental en España surgía entonces, los primeros itinerarios en la naturaleza, las granjas-escuela. Desde el ámbito de la Física mi aportación eran los temas de energía. Allí empezamos a hacer hornos solares. Ya se hablaba entonces de los imputs de energía en la agricultura…

( En el escenario que describe Olga brotan nombres históricos del activismo ambiental y social de Aragón. Por allí están Carmen Magallón, Pedro Arrojo, José Antonio Turégano, Nieves Boj…imposible mencionar a todos)

Conocí -prosigue- al naturalista José Manuel Falcón y la Asociación de Naturalistas de Aragón ANSAR. José Manuel me habla del interés de crear un colectivo de educación ambiental, me invita a las reuniones de las que surgirá el CEMA (Colectivo de Educación Ambiental en Aragón), primer colectivo de educación ambiental en Aragón, al que también pertenecía Angel Ibañez, con el que coincidí posteriormente en el Ayuntamiento. Era 1981. En España surge la EA. En Europa ya habían tenido lugar las Conferencia de Estocolmo en 1972, la de Belgrado en 1975 y la de Tiblisi en 1977, cuyas conclusiones, incluso hoy en día, se consideran los referentes obligados a la hora de definir qué es la Educación Ambiental y esa creciente sensibilización también llega a Aragón. De entre aquellas primeras cosas que se hicieron recuerdo los libritos ¿Conoces el Parque Bruil? y Árboles de nuestras calles y plazas, Itinerariopor el Río Gállego, un trabajo altruista que llevamos a cabo algunas personas del CEMA. El Servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento se había creado en torno a 1982. Allí íbamos a pedir ayuda para arropar estas iniciativas de publicaciones e itinerarios en la naturaleza, también a la Delegación de Enseñanza del Ayuntamiento (hoy Servicio de Educación). La EA se hacía desde esta Delegación desde donde iniciamos los primeros cursos para profesorado en Educación Ambiental y ponemos en marcha los primeros itinerarios en la naturaleza en Aragón, en los parques de la ciudad y en espacios naturales como el Gállego o el Vedado de Peñaflor. Posteriormente fui profesora de Física y Química en institutos, o en la Universidad Popular dando clase de Ecología y Medio Ambiente.

En 1983 asistí a las primeras jornadas de EA en Sitges y en 1985 me formé en el primer curso de educación ambiental que se impartía en España organizado por el Ministerio que entonces tenía las competencias medioambientales, el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo. Salen plazas de educación ambiental por oposición en 1988 como técnico auxiliar y de ahí arranca mi trayectoria municipal. En 1993 pude hacer también el primer Master de Educación Ambiental que dirigía María Novo en la UNED

– De todos estos años como educadora ambiental ¿qué te ha reportado más satisfacción en tu trabajo?

O.- Siempre he tenido claro que trabajaba para la ciudad y me pagaba el ciudadano. He creído profundamente en lo público y en mi trabajo a pesar de las dificultades que he encontrado en el Ayuntamiento para que se valorara y reconociera el papel de la Educación Ambiental. En mi opinión, no todo lo que hacemos o no hacemos desde la administración pública es únicamente producto o responsabilidad de los políticos de turno. Las personas con responsabilidad técnica tenemos cierta capacidad de presentar iniciativas, de poner en marcha proyectos.

La EA surge porque hay problemas en el medio y es necesario que la sociedad sea consciente de que nuestra forma de producir y consumir genera impactos. Es por ello que entre los objetivos de la EA se recoge que es necesaria la información y la formación pero también la capacitación individual y colectiva para la acción. La EA no es sólo una clase de ciencias en el medio, no basta con enseñar la flora y fauna de los espacios naturales, sino también entender los problemas, los conflictos, sus causas y las posibles soluciones, así como la reflexión sobre que podemos hacer, es decir nuestro compromiso individual y colectivo. En definitiva, no sólo educar en el medio, sino para el medio. Los históricos de la EA nacimos todos con ese componente de la acción.

Los temas clave en los que me he centrado son por una parte los ríos, por otra parte los huertos y la huerta y también la participación ciudadana en el Parque Oliver.

En cuanto a los ríos supongo que ahí está ese vínculo emocional que comentaba de mi infancia. Desde el primer itinerario por el Gállego, ha habido otros proyectos vinculados con el río Ebro, como el Galacho de Juslibol, que en realidad parten de una reinvidicación colectiva ciudadana. Detrás de cualquier espacio natural de Aragón hay una lucha social que ha posibilitado que la Administración lo conserve. Cuando entré a trabajar en el Ayuntamiento tuve la oportunidad de poder gestionar ese empuje social que ya existía.

En el Galacho de Juslibol iniciamos un programa (hablo siempre en plural porque este ha sido un trabajo colectivo) que se ha mantenido en el tiempo. Si haces una encuesta en Zaragoza casi cualquier persona lo conoce. No se pensó en hacer actividades únicamente para escolares sino para los diferentes sectores de población que participaban de este espacio, entre ellos la población local de los barrios de Juslibol, Monzalbarba y Alfocea. Pero ese programa pese a que ha alcanzado estabilidad, no se ha terminado. Hay mucho por mejorar, entre otras cosas, la precariedad de los educadores ambientales que allí trabajan.

30 años de educación ambiental en torno a los ríos dan para muchas anécdotas, como cuando conseguimos cerrar el espacio a los coches en el Galacho de Juslibol. Antes de la barrera actual y el trenecito, incluso hubo un carruaje de caballos que llevaba a los visitantes. Un momento especial en la Educación Ambiental en torno a los ríos, tuvo lugar en 1992 cuando El Gabinete de Educación Ambiental del Ayuntamiento fue seleccionado para ir a París dentro del proyecto ‘La Europa de los ríos’ con el Centro Público Tío Jorge. O en 2008, el Foro de Jóvenes por los Ríos celebrado en Zaragoza con escolares de toda la Cuenca del Ebro.

Un punto de insatisfacción que me queda de mi trayectoria en Educación Ambiental es la constatación de la poca formación que sigue habiendo en torno a los ríos. Hemos hecho muchos programas educativos con el profesorado y con el público en general pero la sociedad sigue sin conocer los ríos, los factores que repercuten en su calidad, la importancia de las crecidas. Es necesario realizar una reflexión sobe los programas de Educación Ambiental realizados hasta la fecha. Las investigaciones realizadas remarcan que se priorizan los elementos estéticos y no se entiende la complejidad del ecosistema fluvial, por otro lado los programas se centran más en los estudios de la flora y fauna que en el análisis de los conflictos que surgen en torno a la gestión de los ríos: el azud, las inundaciones, “las limpiezas”. Su análisis permitiría reflexionar sobre la complejidad de estos ecosistemas y la generación de opiniones razonadas.

Fuimos impulsores del tema de los huertos escolares en España. El primer huerto se creó en 1983 en el Colegio Público de La Paz por iniciativa de un profesor, Joselo, y familias del centro y el apoyo de la entonces Delegación de Medio Ambiente. En 1988 con la creación del Gabinete de Educación Ambiental se empiezan a desarrollar cursos de formación para extender los huertos escolares a los colegios de la ciudad y se establece un espacio de prácticas en el Colegio Don Bosco. Este trabajo continuado ha dado lugar a la Red de Huertos Escolares Agroecológicos, con más de 100 huertos escolares en la actualidad.

La gestión del proyecto Life Huertas Km0 de Zaragoza ha concentrado mi trabajo en los últimos años. El objetivo final es el de recuperación de la huerta de Zaragoza como fuente de alimentación de la ciudad a través del impulso de la agricultura ecológica de cercanía. Queda mucho por hacer para recuperar la huerta y cambiar el modelo de producción y consumo.

El otro hito importante de estos años fue para mí el proceso de participación ciudadana que se hizo en el Parque Oliver, la educación ambiental relacionada con la implicación ciudadana. Un parque en las afueras del barrio con una problemática social de contexto, en el que la Asociación de Vecinos en el año 1993 nos pide ayuda para conseguir a través de la sensibillización, el cuidado del parque. Desde el Gabinete de Educación Ambiental propongo desarrollar un programa basado en la apropiación del Parque, entendiendo como tal generar lazos afectivos con el mismo y hacer participe a la población en las actividades a realizar, ya que solo en la medida en que la gente siente el espacio como propio, surge el cuidado del mismo. Acompañamos este proceso y el éxito en los resultados generados con la participación ciudadana fue reconocido por Naciones Unidas en el año 2000, siendo seleccionado en los premios Habitats como una de las mejores prácticas del mundo.

-Y por contra ¿qué te hubiera gustado rematar o alcanzar y no ha sido posible?

O.- Después de todos estos años creo que la educación ambiental sigue sin ponerse en valor como instrumento de apoyo a la gestión. El Ayuntamiento, siendo que fue pionero en España en incorporar la EA, no ha generado una estructura administrativa sólida de educadores ambientales. Se ha conseguido un Servicio de Juventud, un Servicio de Educación pero no hay un Servicio como tal de EA como hay en otras instituciones, una estructura con recursos humanos suficientes capaz de desarrollar programas de sensibilización, educación y capacitación para el conjunto de la población. Por cierto, en marzo de 2018 se cumplirá el 30 aniversario de la creación del Gabinete de Educación Ambiental del Ayuntamiento.

– Hablando de retos ambientales ¿cómo crees que se pueden abordar desde la educación ambiental?

O.- Estamos viviendo una crisis económica que a su vez tiene múltiples factores. Hay una crisis energética y problemas ambientales cada vez mayores: el cambio climático es quizás la amenaza mayor a la que se enfrenta la humanidad, pero también la pérdida de biodiversidad. Queremos buscar en la tecnología la solución a los problemas, pero hay que profundizar mucho más. Es necesaria una nueva mirada, reflexionar sobre nuestro modelo de desarrollo basado en la producción y el consumo continuo de energía y materiales y en la generación de residuos. Hay que educar en los limites del planeta.

Por ejemplo, desde la educación ambiental no es suficiente con enseñar en qué contenedor echar los productos a reciclar, porque el reciclaje perfecto no existe en la naturaleza y este lleva aparejado un gran consumo de energía. Es importante reflexionar por qué generamos cada vez una mayor cantidad de residuos, los problemas asociados y como hacer posible la disminución en origen. Tampoco hay que acercarse únicamente a la naturaleza como un espacio recreativo, sino reflexionar sobre el hecho de que formamos parte de la naturaleza y nuestra vida depende de ella. Creo que hemos perdido esa noción.

– En tu caso siempre se ha visto ese activismo ambiental combinado con tu papel como funcionaria pública ¿Cómo has conectado esas dos vertientes?

O.- La EA es compromiso en la acción, así está recogido en los objetivos de la Educación Ambiental, por tanto creo que debería guiar los comportamientos/actitudes de todo educador o educadora ambiental. No basta con entender las causas de los problemas. Supongo que todos tenemos que superar nuestras múltiples contradicciones en nuestra vida cotidiana, pero hay cosas que ya podemos hacer en favor del medio ambiente con nuestros comportamientos responsables y hay otras cuyas decisiones no están en nuestras manos pero sí que podemos empujar colectivamente para que sean posibles.

Todo esto enlaza con la participación. A veces el concepto de activista tiene connotaciones negativas, cuando realmente está ligado a la participación. Participar e implicarse en la acción significa analizar los problemas, compartir las ideas y buscar soluciones en defensa de un conjunto de valores: del medio ambiente, de la solidaridad. No tenemos educación en la participación. No sentirte parte de tu barrio, de tu ciudad …y aportar una parte de tu tiempo a mejorar tu entorno tiene también que ver con la educación. Lo ambiental es también social.

– ¿Cómo encaras la jubilación? ¿Con qué colectivos colaboras en la actualidad?

O.- Antes que nada me considero una ciudadana preocupada que forma parte de un mundo desigual en el reparto de los recursos. Participo en plataformas o colectivos con los que comparto esas preocupaciones y colaboro con temas en los que he trabajado. Soy socia de AEDUCA, Asociación de Educadores Ambientales de Aragón. En el ámbito de los ríos colaboro con la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), también estoy próxima al CIREF (Centro Ibérico de Restauración Fluvial). En el tema de la huerta sigo a la Plataforma por la Soberanía Alimentaria en Aragón AHSA. Tenemos un legado de 12.000 hectáreas de tierra productiva que no se encuentra en casi ninguna otra ciudad. Estoy por impulsar ese reto, abastacernos de productos recién cosechados, lo que supone también generar empleo en la agricultura ecológica y de proximidad, y además reducir la contaminación de los acuíferos y contribuir a la lucha contra el cambio climático desde nuestra ciudad.

Quien sabe, quizás me ponga a escribir sobre educación ambiental y ríos, porque lo que no está escrito se desvanece. Pero de momento quiero disfrutar un poco más de mi tiempo libre y de mi familia y amistades.

– Y ya para terminar, ya sabes lo que toca, hablar de lecturas, que entre otras muchas cosas eso es #gentesbiblioverdes

O.- Pues acabo de leer ‘ Solo tenemos un planeta‘ de Joan Martínez Alier y Jorge Wagensberg, un librito editado por Icaria, y me ha encantado. Es una conversación entre los autores, uno es físico y el otro profesor de economía ecológica. Un texto que reflexiona sobre los límites del planeta y lo importante que esa nueva mirada desde la economía y la ciencia. Ahí encuentras eso que se llama la ‘ ecología de los pobres’ en Latinoamérica, aquellas personas a las que se contamina su entorno y sus medios de vida.

Como fuentes de información que me son muy útiles me gusta mucho la revista Papeles que edita el FUHEM, porque aporta nuevas miradas y experiencias en este entorno de crisis. Por ejemplo frente al concepto del ‘colapso’, de esa visión de que vamos irremediablemente a la destrucción, he encontrado artículos que motivan a cambiar las cosas -aunque sea difícil- desde la inteligencia colectiva.


La conversación discurre por la búsqueda de nuevos perfiles a los que entrevistar en este blog. Olga conoce a mucha gente y ve positivo identificar no solo a gestores, técnicos o activistas del más o menos reconocible ‘sector ambiental’. También, comenta, hay mucha gente anónima en el contexto de una familia o de un pueblo, identificar ejemplos de buenas prácticas nos enriquece a todos.

Un pequeño posado entre los nuevos puf de colores de la sección infantil donde está todo nuestro fondo de educación ambiental y el propósito futuro de contar con ella para colaborar con las actividades del centro.

Ya véis, la educación ambiental, ¡no se jubila!

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