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La emoción de la naturaleza

La emoción de la naturaleza

Una forma de acercarnos a la naturaleza sin salir de casa es recurrir a ese tipo de libros que nos cuentan de forma divulgativa y un poco literaria historias interesantes e inesperadas sobre nuestro entorno natural. Gracias a esas historias, que unas veces transcurren en ámbitos muy cercanos y cotidianos y que otras veces nos llevan al otro extremo del mundo, podemos conectar con nuestro entorno de un modo más emocional que el que quizá logramos con obras de carácter puramente informativo.

Un ejemplo lo tenemos en Vuelos vespertinos, donde la naturalista Helen Macdonald, a partir de su vida diaria, nos habla de diferentes aspectos de la naturaleza que nos muestran la enorme complejidad y riqueza que atesora. La propia autora compara este conjunto de textos breves con los gabinetes de curiosidades que hace varios siglos reunían objetos interesantes para entretenimiento de quienes los poseían o de sus visitantes.

Y las curiosidades que Macdonald reúne en este libro van desde la experiencia de pasear por un bosque en invierno hasta la observación de especies animales como las liebres, las hormigas o, en el texto que da título al libro, los vencejos, que a la autora le parecen “las criaturas más cercanas a los alienígenas que hay en la Tierra”. Unos textos con los que la autora reivindica el poder de la literatura para hacer llegar a más personas el conocimiento científico y medioambiental.

Un libro mucho más aventurero, al menos si entendemos como tal los viajes a sitios lejanos, es Horizonte, del reconocido escritor de naturaleza Barry Lopez. En él nos hace recorrer lugares de todos los puntos del planeta para hablarnos de los animales, plantas y paisajes que encuentra en ellos y también del modo en que los seres humanos han vivido allí en el pasado y en el presente y se han relacionado con su entorno con distintas estrategias y resultados.

El autor explica que este libro pretende ser “una reflexión autobiográfica sobre muchos años de viajes e investigaciones, en la Antártida y en más de setenta países”, y lo hace en una serie de capítulos dedicados a los territorios que ha visitado, como la costa Oeste de Norteamérica, el África Ecuatorial o las costas y mares del sur de Australia, así como hablándonos de su biodiversidad y de las exploraciones que han permitido conocerla.

Terminamos con un libro de Rachel Carson, una bióloga que se hizo célebre por su activismo para defender la naturaleza y que en Los bosques perdidos nos muestra su lado más naturalista y literario a través de escritos inéditos hasta hoy. En ellos se reflejan los temas que interesaban a Carson más allá de su especialidad de biología marina, un interés que se extendía a la naturaleza y a la ecología en su conjunto.

Como explica la editora del libro, Linda Lear, en estos textos se aprecia la dimensión ecologista de Carson y el vínculo emocional que sentía hacia la naturaleza, un sentimiento que podemos reconocer gracias a cartas personales e incluso a fragmentos de sus cuadernos de campo, y que Carson trató de transmitir a los más diversos lectores, sabiendo que, como dijo en un discurso dedicado al modo de escribir sobre la naturaleza, “existe una sed inmensa e insatisfecha por comprender el mundo que nos rodea”.

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