En el marco de la Semana Europea de la Prevención de Residuos, estos días podéis…

Novedades: Sensibilidad química y ambiental múltiple
Fernández-Solà, Joaquim; Nogué, Santiago (eds.) Sensibilidad química y ambiental múltiple: sobrevivir en un entorno tóxico. Barcelona: Viena, 2011. 314 p. Sign.: 76.2 SEN
“Desde los años cincuenta somos conscientes de la creciente polución química, inicialmente contaminación atmosférica, pues un progreso tecnológico incontrolado ha traído el humo de las fábricas y el escape de los coches hasta nuestro hábitat, una polución material que podemos ver, oler y mascar.
“No somos tan conscientes de la polución vibratoria (ruido y vibraciones), que si bien podemos captar por el oído, llega a ser imperceptible por el hábito, y sólo somos conscientes cuando surge el silencio. Por otro lado, nos invaden ondas electromagnéticas en la calle, la casa y el trabajo, penetran en nuestro cuerpo y nuestro cerebro, e incluso atraviesan la barrera hematoencefálica, pero nuestros sentidos no nos alertan de esta polución invisible e inmaterial.
“Como consecuencia de este deterioro del entorno habitable encontramos cuadros de hipersensibilidad ambiental, química, biológica y electromagnética, además de otras enfermedades emergentes hasta hace poco desconocidas. Todos somos sensibles en algún grado, pero no reaccionamos igual ante los agentes nocivos, y mientras uno presenta un cuadro de sensibilidad que le causa molestias menores, otros desarrollan patologías serias que les inhabilitan e incluso ponen en peligro su vida (…)
“Nuestros políticos deben saber que vivir, estudiar o trabajar en ambientes nocivos tiene una repercusión socioeconómica muy importante, pues afecta seriamente a nuestro capital humano (…) Estos factores de riesgo ambiental aumentan de manera espectacular el gasto de sanidad y el consumo de medicamentos, especialmente psicótropos y calmantes, al favorecer, por un lado, patologías crónicas (insomnio, estrés, jaquecas, ansiedad, depresión, dolor inespecífico, reumatismo, asma o alergias) y, por otro, reducir la atención y la concentración, y producir fatiga, absentismo, bajo rendimiento laboral, errores ante el ordenador y despistes inexplicables ante el volante.
“El estado actual de la investigación, aún insuficiente, no ha podido determinar en algunos casos la relación causa-efecto, pero permite afirmar que existe una asociación directa entre la exposición continuada a estos factores de riesgo ambiental y la aparición de muchas patologías en los seres humanos.”
(Texto tomado del Prólogo de la obra, por Carlos M. Requejo).
Disponible en el CDAMA para su consulta y préstamo.
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